domingo, 16 de junio de 2024

48 HORAS EN LA HABANA



Nadie podría haber inventado La Habana. Es la contradicción hecha ciudad, es una belleza dilapidada, una apuesta audaz, el equivalente a encogerse de hombros y decir “al menos lo intentamos”. La capital cubana es demasiado complicada, exageradamente decadente y extremadamente fascinante como para que haya sido a propósito. La Habana no se planea, se aprovecha; no se cuestiona, se agradece.

 

La Habana no se comprende en un día… Pero 48 horas son un buen comienzo para empezar a caer bajo su hechizo. Déjate seducir. 

SÁBADO

09H00. Amanece con el batiburrillo incesante de La Habana Vieja: este es el centro turístico y vital de La Habana, el comienzo y final de todo viaje a la capital cubana (en parte porque es posible que te hospedes aquí). 

Deja el mapa en la habitación y que sea el azar el que te guíe por las calles despellejadas, pero electrizantes, e inunde tus sentidos: el olor a cigarro habano acecha en cada esquina, el olor del mar Caribe que se esconde cerca, el sonido de la música en vivo que empapa la ciudad desde horas tempranas de la mañana. 

La Habana Vieja es el espíritu cubano encapsulado, la forma ideal de prepararte para la aventura que serán los dos días siguientes.

 

11H30. Sigue caminando hacia La Habana Central, donde puedes darte unos minutos admirando el Capitolio Nacional antes de dirigirte hacia el Parque Central por el Paseo de José Martí. 

Después de un café rápido en el Café Louvre del legendario 
Hotel Inglaterra, es momento de escoger museo. ¿Bellas Artes, ala cubana? ¿Bellas Artes, ala internacional? ¿Museo de la Revolución? 

Si prefieres las artes escénicas, la Escuela Nacional de Ballet también está aquí cerca. Con un poco de suerte, llegarás a tiempo para pillar una representación (o al menos las entradas para la función de esa noche). Sino puedes intentar colarte y espiar un ensayo: merece la pena.

 

13H00. Cuando el hambre ya apremie, no lo dudes y lánzate a por un festín tradicional cubano en uno de los paladares (comedores típicos)
Después de comer, aprovecha y échale un ojo a las exposiciones del 
Taller Experimental de Gráfica, donde puedes ver a artistas contemporáneos en acción e, incluso, ejercer de mecenas comprando arte cubano original.

 

 

18H00. Aprovecha la tarde para replicar los pasos de uno de los hijos adoptivos más admirados de La Habana. El escritor estadounidense Ernest Hemingway fue un enamorado confeso de Cuba en general y de su capital en particular, llegando a hacer de La Habana su hogar y su espacio sagrado. 

La Habana Vieja fue su barrio preferido, donde vivió durante una temporada en el 
Hotel Ambos Mundos. En la habitación 511 fue donde se le ocurrió el argumento de Por quién doblan las campanas y se rumorea que los huéspedes que se alojan en el hotel sueñan con personajes de Hemingway. 

Con lo que ganó por la novela el escritor construyó la Finca la Vigía, que convirtió en su dirección permanente en La Habana. Hoy en día la Finca está abierta al público y se puede visitar, pero al estar a 15 kilómetros al sur de la ciudad, mejor nos la apuntamos como (una) razón para volver.

 

20H00. Termina tu primer día en La Habana como Hemingway solía hacerlo: en el bar-restaurante El Floridita, el afamado lugar de nacimiento del daiquiri. Tómate uno (o varios, el Papa Hemingway es un clásico), y acompáñalo de unos camarones enchilados. Ya es oficial: bienvenido a La Habana.

 

DOMINGO

09H00. En tu segunda jornada habanera, súbete en un cocotaxi y dirígete al Vedado. Si Habana Vieja es el lado poético de la capital cubana, el Vedado es su cara revolucionaria.

Empieza el recorrido en la Plaza de la Revolución, escenario impasible de muchos de los discursos de Fidel Castro. Aquí te recibirá la mirada atenta del Che Guevara y de Camilo Cienfuegos, compañeros inseparables de Fidel, inmortalizados en dos esculturas de hierro que cubren las fachadas de los Ministerios del Interior y de Comunicaciones. También aquí puedes visitar el Monumento a José Martí y coger fuerzas para la caminata que te espera.

 

11H00. Desde la plaza, empieza a caminar hacia cualquiera de los putos cardinales, aunque yo aconsejo la Avenida Paseo o ir hcia la Avenida de Carlos III, para un paseo arbolado por el barrio. El Vedado es un barrio residencial como muchos otros, sí, pero con la diferencia de que está en Cuba, y en él se reúnen las dificultades y la resistencia que hacen único a este país. 

13H30. . Regresa sobre tus pasos hacia la calle 23, donde hay una buena selección de paladares y restaurantes para acogerte con los brazos abiertos. El 
Paladar Mesón Sancho Panza es una buena opción para un buen plato de ropa vieja y una TuKola. Si buscas algo diferente, dirígete a Topoly, el primer restaurante iraní de La Habana te ofrece brochetas de cordero y baba ganoush.

 

15H30. Y después de comer, el postre: la heladería Coppelia es uno de los rincones más dulces de La Habana y bien merece la (posiblemente) larga espera para hacerse con una copa de los sabores del día. Si la cola te desanima, no desesperes: aquí comenzó la historia de amor de Fresa y Chocolate… Nunca se sabe.

17H00. Sal de vuelta a la Avenida 23 y déjate guiar por el brillo del Caribe: al final de la calle está el mar  y, junto a él, el Malecón. Recorrer este paseo marítimo de ocho kilómetros es actividad obligada en La Habana y una experiencia que no te puedes perder. 

El Malecón es punto de encuentro de músicos, amantes, pescadores, filósofos y artistas de la melancolía que miran más allá del mar Caribe hacia Florida, que se esconde tras el horizonte. El Malecón es una obra costumbrista real, un “cabaré de pobres” en el que ver y una oportunidad única para contemplar la vida cubana desarrollarse ante tus ojos en el teatro al aire libre más auténtico de la isla.
 

19H00. El Malecón se termina justo en el embarcadero, donde podrás tomar un ferry hacia tu próximo destino: la otra orilla. Al otro lado de la bahía está el Parque Histórico Militar Morro-Cabaña, que, además de ofrecer unas vistas panorámicas inmejorables de La Habana, oculta el Castillo de los Tres Magos Reyes del Morro y la Fortaleza de San Carlos en La Cabaña, en un mausoleo de tiempos inmemoriales de batallas por la soberanía de la isla entre España e Inglaterra.

Merece la pena dedicar un par de horas a este extremo de La Habana, sobre todo porque cada día a las 21H00 se celebra la ceremonia del cañonazo, en la que actores vestidos con el antiguo uniforme militar recrean el disparo de un cañón sobre el puerto. 



 

22H30. Despídete de La Habana como la saludaste: con buen ambiente y una generosa copa de ron Havana. La Bodeguita del Medio te recibirá con una sonrisa y un buen mojito. ¿Buscas algo más alternativo y menos transitado? El Chanchullero en la calle Brasil, se enorgullece de que “aquí jamás estuvo Hemingway” en las camisetas de los camareros, y es uno de los locales más frecuentados por los vecinos. Únete para una cerveza Bucanero, y déjate convencer para volver… si es que no lo estabas ya. La Habana es así: te cala la piel, y ya no te deja ir.

GUIA LOCAL EN LA HABANA

HUMBERTO

+5352646921 (Telegram & Whatssap)

http://humberto.webcindario.com


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